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¿Qué excluyes que te enferma?

19-11-2019

 

¿Qué excluyes que te enferma?

Una de las preguntas que muchas veces hago a mis clientes en las sesiones de Coaching Ontológico y Terapia Gestalt es ésta: ¿qué excluyes que te está enfermando?

Cuando la hago me suelen mirar con cara de estupefacción y sorpresa. No la entienden. Pero a medida el proceso de acompañamiento avanza y juntos vamos indagando en la vida del Coachee o cliente, suelen aparecer elementos que dan respuesta a la pregunta.

¿Qué quiere decir eso de la exclusión?

Nos guste o no formamos parte de múltiples sistemas. Un sistema puede ser la familia, la organización donde trabajamos, nuestra relación de pareja, las amistades, la escuela donde llevamos nuestros hijos, el equipo deportivo donde jugamos, el pueblo, el país o el continente donde vivimos. Todo esto son sistemas. Incluso nuestro cuerpo lo es.

Para que haya salud, equilibrio y ausencia de conflicto en los sistemas en los que interactuamos debe respetarse una ley fundamental: la pertenencia.

La ley sistémica de la pertenencia establece que todo elemento de un sistema tiene derecho a pertenecer. Y cuando eso no sucede, de alguna manera reclama ser visto, reconocido y escuchado a través del conflicto y la enfermedad.

Por lo tanto, todo lo que rechazamos, negamos, ocultamos o marginamos, ya sean personas, objetos, emociones, hechos, símbolos, características de nuestra personalidad o ideas, es sujeto de nuestra exclusión y, por lo tanto, estamos violando la ley básica de la pertenencia, lo que hace que provoquemos conflicto y enfermedad en nosotros mismos y en nuestros vínculos.

Hay exclusión, por ejemplo, cuando un miembro de la familia es rechazado, ignorado o mal visto, o cuando no queremos aceptar una emoción muy presente en nuestra organización, o cuando no escuchamos o valoramos las propuestas y el trabajo de algún departamento de nuestra empresa, o cuando no elaboramos, por ejemplo, el duelo de un aborto o una muerte trágica y dolorosa. Hay exclusión, también, cuando etiquetamos o juzgamos al otro como diferente de nosotros.

Muchas veces esta exclusión es mucho más presente y cotidiana de lo que pensamos, porque viene marcada en nuestros patrones inconscientes de comportamiento, que hemos aprendido de nuestra tradición familiar, de la cultura y del sistema educativo donde nos hemos formado.

En la mayoría de los casos, la exclusión está tan presente en nuestra vida que nuestro lenguaje, nuestro cuerpo y nuestras emociones la delatan, y sólo escuchándonos y tomando conciencia, sabremos qué es aquello que estamos excluyendo de nuestras vidas.

No hace mucho, en una sesión de Coaching un cliente se dio cuenta que estaba tratando la nueva pareja de su madre como alguien "externo". Mi cliente se sintió mucho mejor, adoptó una mirada más amorosa y la relación con su madre mejoró cuando dejó de etiquetar a esa persona como "externa" y la consideró como lo que realmente era: "la pareja de su madre ". Sólo transformando las palabras transformó sus emociones en relación a esa persona, se pasó del rechazo a la acogida, y se generó un clima de inclusión que alivió su conflicto familiar y su sufrimiento emocional.

Y tú, ¿qué excluyes que te estás enfermando?

 Te invito a que te quedes con esta frase:

 "La salud y el equilibrio emocional en nuestra vida y en nuestros vínculos reside en el reconocimiento y la inclusión de todas las partes que conforman nuestro sistema"

 

Pere Berga

Coach Ontológico y Terapeuta Gestalt.

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